Butaca 33: Míriam Molina Salces

12 de julio de 2022

La pintura en tiempo de Covid representó un grandísimo reto, una compañía también, una actividad que para mí es una pasión, pero que al mismo tiempo se vio cuestionada todo el tiempo, paradójicamente ese encierro sirvió para el encierro, la calma, la dedicación, el tiempo que necesitan las pinturas”, detalló la creadora ante Ulises Cisneros.

Al participar en Butaca33, programa adscrito a la barra digital de la Coordinación General de Extensión de la Cultura y la radiodifusora cultural, la también Maestra en Arte Contemporáneo y Moderno por Casa Lamm, manifestó que fueron momentos de crisis “de incertidumbre, pero al mismo tiempo tuve tiempo para dedicarme casi cien por ciento a la pintura”.

“La pintura para mí fue un refugio, una actividad, un hilo de esperanza, para levantarme a hacer algo, algo que en su momento no tenía ninguna visión a futuro, todos los días me cuestionaba, nadie va a ver esto, no tiene sentido, debería de cerrar el estudio, todo el tiempo estuve peleando con la posibilidad de no hacerlo”, dijo.

“Todos sabemos el encierro que causó el Covid, el encierro que tuvimos que hacer, pero paradójicamente ese encierro también sirvió para el sosiego, la calma y la creación, y la dedicación que necesitan las pinturas, el tiempo que se tiene que tomar una persona para pintar y en su momento el Covid me lo dio”, aseguró

Asimismo, manifestó que este tiempo de pandemia le permitió llevar la técnica como debe de ser, tuvo tiempo de comentarla con una buena comunidad en internet, de recibir crítica y de irla puliendo, además fue una catarsis, ya que sacó todo lo que necesitaba decir a nivel artístico y a nivel pictórico.

“La idea de la colección de los cubre bocas es explorar desde el punto de vista de los niños, esta generación que les ha tocado vivir la pandemia en una edad corta, de una edad de cambios para los adolescentes, recibir todo esto fue de un gran impacto para ellos y empezó como un pequeño experimento”, detalló.

“De ahí me basé en hacer la colección, que ahora sí, está explorando dos partes, dos partes, lo contemporáneo de lo que estaba sucediendo, que no había suficientes cubre bocas (…) y no fuimos la excepción, como mi base es el diseño industrial, creímos que con hacer algo que fuera una barrera sólida contra el virus nos iba a proteger”, aseguró.

Con dos obras en Dublín, Irlanda, una en Londres, Reino Unido, otra más en Barcelona, España y por supuesto México; en un futuro, la obra de Miriam Molina fue seleccionada para ser depositada en la luna, el proyecto denominado The Luna Codex (El Código Lunar), presidido por el físico nuclear de origen filipino Samuel Peralta, consiste en encapsulados de arte, literatura e incluso cine, para ser enviados a la luna.

Es una cápsula del tiempo, que contiene todo el arte y lo que se está viviendo en la tierra en estos momentos, con la esperanza de que pueda ser abierta en un determinado número de años, cuando exista este sueño del turismo lunar y tiene la tecnología para ser vista, como las pinturas están en formato digital, pero también están grabadas con láser”, precisó.


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